Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

El mensaje de Dios

“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” (He. 1:2)
Dios se ha revelado. Estuvo hablando a los hombres a lo largo del tiempo. Lo hizo por medio de los profetas. El mensaje de Dios fue dirigido a los padres, esto es, a nuestros antepasados, quienes lo transmitieron a nosotros, a ellos les fue confiada la palabra de Dios. Esto ocurrió en otro tiempo. Sin embargo, “en estos postreros días”, es decir ahora, nos habló a nosotros directamente por medio de su Hijo. El mensaje absoluto de Dios se expresó en un hombre que es Jesús. No lo hizo por medio de palabras solamente, sino que se manifiesta en la Palabra eterna que vino a nosotros, para revelarnos total y plenamente a Dios. Desde entonces el Padre guarda silencio porque ya lo ha revelado todo. Nos basta a cada uno de nosotros con ver a Jesús para cuanto necesitemos conocer en relación con Dios. En Cristo se expresa la grandeza del amor divino. El  Verbo eterno fue enviado al mundo por el Padre para que muriese por nosotros en la Cruz. La misericordia de Dios se manifiesta en Jesús. Amor en Su nacimiento, pobre, en el pesebre de un mesón, en un pueblo pequeño e insignificante. Amor en Su vida, en constante ocupación por el bien de los otros. Amor en Su agonía en Getsemaní, donde con “gran clamor y lágrimas” oró ante la muerte que le esperaba, en la que padecería no solo los dolores físicos y los morales de la burla y el desprecio, sino el más intenso dolor espiritual al ser desamparado del Padre para ampararnos a nosotros. En Jesús descubro que Dios me ama, porque “en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 4:10). Tal vez nadie me manifieste amor, pero sé que, a pesar de todo, Dios me ama. En Cristo se manifiesta la fidelidad de Dios. La noche oscura del tiempo se hizo luz con la venida del Salvador. La promesa del Eterno hecha a nuestros primeros padres se cumplió. Jesús se hizo hombre para encontrarse con los hombres, en cumplimiento del compromiso eterno de salvación. Rodeado de infidelidades, en un mundo donde las promesas no se cumplen y los compromisos más solemnes se quebrantan, veo a Jesús y dijo: “Dios es fiel”. Tal vez no entienda ahora lo que está ocurriendo en mi vida. Es posible que los avatares y las luchas, los conflictos y la angustia, nublen mi visión, y me pregunte donde están las promesas del Señor que no veo cumplidas para mí. Pero, miro a Jesús y sé que Dios es fiel y que no dejará de cumplir en Su tiempo cada uno de Sus compromisos. Su fidelidad me da paz, porque me dice: “No temas, porque yo estoy contigo” (Is. 43:5). Hoy viene a orientar mi visión: “no os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí yo hago cosa nueva… abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad” (Is. 43:18-19). Sí, creo, espero confiado en tu fidelidad, para eso, dame una visión renovada de Jesús y por medio de Él concédeme la paz para el presente, la seguridad para el futuro, y siempre la gloriosa realidad de la presencia de Jesús a mi lado acompañándome en el camino.