Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

Hasta la vejez

“Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré” (Is. 46:4).
Esta mañana leyendo este texto, me ha hecho levantar los ojos del presente para dirigirlos al futuro en una mirada llena de certeza. Los años van pasando y será bueno afirmarnos en la seguridad y confianza. Siempre pensé que se trataba de una promesa para viejos, pero no es así. Es un admirable compromiso de Dios para hablar de Su presencia y actuación en todo tiempo. No importa los años que tengamos, Dios es el mismo: Hasta la vejez yo mismo. Para nosotros pasarán los días, pero para Él no hay tiempo. Es la voz del Eterno. Solo Él es así. Ningún ser creado es eterno, sólo Él. Los tiempos nuestros van dejando huella en nuestros cuerpos y señales en nuestras almas, pero Él permanece. Nosotros pasaremos de esta tierra a la gloria, pero Él permanece igual. Es el Dios del presente, es decir, en cada momento de nuestras vidas Él siempre está. Pero hay otra bendición que no cambia, es el Dios de la ayuda: hasta las canas os soportaré. Soportar significa ponerse debajo de la carga para llevarla, pero mucho más, es tomarnos en Su mano omnipotente para que podamos llevar nuestras cargas con Su fuerza. Dios estará siempre a nuestra disposición para ayudarnos en cualquier circunstancia. Estoy seguro de que nuestro futuro no va a estar exento de conflictos, incluso de lágrimas y de tristeza, se debilitarán las fuerzas, vendrán los achaques, iremos cada vez más cansados, y ahí, en el rigor de la vejez, a medida que el poder humano desaparece, se manifestará en mayor dimensión la fuerza de Dios. Cuando no podamos ya hacer otra cosa que orar, porque nos falten las fuerzas para otras tareas, Dios estará a nuestro lado sosteniéndonos hasta el final. Estas dos grandes bendiciones tienen varias razones. Primero, la acción de Dios: yo hice. Ni nosotros, ni nuestros esfuerzos, hicieron posible lo que nosotros tenemos y la posición que alcanzamos: fue Dios que nos dice: Yo hice. Si así no fuese no estaríamos donde y como estamos. Miro al futuro y me siento seguro porque Él ejecutará lo que ha determinado: Yo llevaré. En cualquier circunstancia nos llevará para cumplir Su propósito en nosotros. Este llevar indica dos cosas: conducción y sostenimiento. La conducción Suya hace luminoso nuestro camino y orientará siempre nuestros pasos; no habrá encrucijada que nos desvíe hacia un lugar equivocado; pero, todavía más, no habrá dificultad que nos impida seguir adelante porque Su ayuda, que nos sostiene, nos dará fuerzas para completar la ruta que Él tiene para nosotros. Una tercera bendición complementa todo lo que antecede, Dios nos soportará, nos soportará a nosotros y soportará también con paciencia nuestras imperfecciones y caídas. No habrá nunca nada que nos separe de Su amor, incluso cuando no seamos fieles. Finalmente, otra bendición admirable cierra este magnífico versículo. No fallará nada en el cumplimiento de Su propósito para nosotros, todo se cumplirá porque Él nos dice: “Guardaré”. Protección y cuidado hasta el final. Él guardará nuestra salida y nuestra entrada desde ahora y para siempre (Sal. 121:8). ¡Que maravillosa bendición! Podemos ver hacia el futuro con seguridad, porque Dios va a cumplir Su propósito en nosotros (Sal. 138:8)