Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

GRACIA PARA EL OPORTUNO SOCORRO

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He. 4:16)
El admirable recurso que el creyente necesita no está lejos de Él, ni es difícilmente alcanzable, consiste simplemente en acercarse al trono de la gracia. Es sorprendente la cercanía del trono de la provisión divina, al que ya hemos accedido todos en algún momento, por lo que al decir acerquémonos, se entiende como sigámonos acercando. No sólo podemos acceder, sino que se nos anima para que lo hagamos. Además, debemos hacerlo con confianza, una palabra que expresa la idea de seguridad. Antes el trono de Dios era un trono de ira a causa del pecado, pero, cargado éste sobre Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, y extinguida la deuda que recaía sobre nosotros, se convierte en un trono de gracia para todo aquel que está en Cristo. Ya no hay razón de temor al acercarnos a Dios porque “no hay condenación para los que estamos en Cristo Jesús” (Ro. 8:1). Sin duda alguna soy un pecador, pero por la obra de Jesús puedo acudir con mis problemas y decir: “se propicio a mí” (Lc. 18:13). Además, El Sumo Sacerdote está sentado en el trono celestial interesado y capacitado para compadecerse de las debilidades y flaquezas personales. Los regalos generosos y la gracia abundante están a nuestra disposición. La actividad de Dios para Sus hijos es siempre una actividad de bien. Los dones de la gracia son perfectos, es decir, completos, abundantes para superar la necesidad más acuciante que pueda presentarse. La gracia de Dios siempre es mayor que la mayor de la necesidad del creyente (Stg. 4:6). El resultado de acercarse al trono de gracia es el “alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Desde ese trono destila el amor que se manifiesta en misericordia. Sé que Dios se compadece de mis miserias y tiene en cuenta mis aflicciones. Conoce mis limitaciones y no se equivoca en las causas que producen mis sufrimientos. En el Trono de Dios encuentro misericordia, también para mis fracasos espirituales, como ocurrió con el pródigo que fue abrazado por el padre a pesar de su ruina y suciedad. Oportuno socorro indica una ayuda en el momento justo, o también la ayuda en el instante necesario. De otro modo, el auxilio de Dios es poderoso, porque en él está empeñada la gracia, y es oportuno porque llega en el momento necesario, en la hora de la prueba y de la crisis. La gracia de Dios llega oportunamente, pero jamás llega tarde. Podré pasar por las pruebas más difíciles y atravesar por los valles más tenebrosos, pero siempre los recursos de la gracia me proveerán de valor y ánimo. No importa cuál sea la necesidad, allí está el recurso y sólo es necesario acudir para alcanzarlo. El trono de la gracia está abierto para que nosotros, ahora mismo, podamos acceder a Él. No es natural que siga caminando con mis penas, tristezas y falta de ánimo, cuando Dios mismo me invita a entrar ahora a Su trono de gracia y hallar lo necesario para el oportuno socorro. En medio de un mundo de tristeza tengo provisión continua de gozo, con la bendición descendiendo sobre mí y haciendo rebosar la copa de mi vida (Sal. 23:5b). Solo puedo decir frente a esto: Gracias, muchas gracias Señor.