Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

Considerad.

“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra si mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (He. 12:3)
La vida en la fe trae aparejado el conflicto. Jesús mismo lo anunció cuando dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn. 16:33). No importa de dónde proceda el motivo que aflige, en algún momento será nuestra experiencia. Estas dificultades pueden hacernos flaquear en la vida de fe. La aflicción produce siempre un estado subjetivo. No es la objetividad del que habla de sufrimiento, sino la subjetividad de quien padece el problema. Por eso el versículo nos llama si estamos en dificultades a una reflexión personal, de manera que, dejando de considerarnos a nosotros, centremos nuestra atención en Jesús. La Escritura nos enseña a reflexionar en el tiempo de la prueba, como se lee en Eclesiastés: “en el día de la adversidad considera” (Ec. 7:14). La primera consideración nos llevará a buscar la comprensión para entender el propósito de las pruebas y ver que en cualquier circunstancia la mano amorosa del Padre, por medio de la aflicción, perfecciona nuestra vida para hacerla consistente y más valiosa que el oro puro (1 P. 1:6-7). Un segundo aspecto de la reflexión nos recordará que Dios permitió que Su propio Hijo pasara por el conflicto perfeccionándolo para ser el Salvador que necesitábamos, haciéndonos ver que el Señor sufrió pero lo hizo con paciencia. El término tiene que ver con ser capaz de estar firme bajo el peso de la aflicción. Desde el principio de Su historia sufrió a manos de pecadores una continua contradicción. Esta palabra tiene que ver con hablar mal de otro. Su vida fue santísima, sin embargo, le acusaron de endemoniado (Jn. 7:20). Su condena a muerte fue el resultado de la unión de los impíos contra Él (Hch. 4:27). Al considerar el ejemplo de Jesús se alcanza el estímulo necesario para mantenerse firme en la fe, perseverando sin inquietud bajo la prueba, sin importar la intensidad que alcance. El desaliento se supera con el ejemplo del Señor, de modo que el ánimo “no se cansa hasta desmayar”. De ahí la importancia de que tengamos nuestra vista fija en Él. No se trata de un ruego, sino de una demanda; no es una súplica a la fidelidad, sino un mandamiento a ser fieles. El “se fiel hasta la muerte” no significa ser fiel hasta que se muera, sino serlo, aunque se tenga que morir. En medio del intenso conflicto de la vida del Salvador, expresaba Su determinación diciendo: “mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acaba su obra” (Jn. 4:34). La vista del Señor estaba puesta en el resultado que Dios alcanzaba con Su obra y con Su sufrimiento. La fe nos vincula a nosotros con Él y nos permite vivir experimentalmente Su vida (Gá. 2:20). Un creyente fiel no estima su vida preciosa para él mismo, sino que su objetivo es cumplir lo que el Señor determinó para él. Necesito levantar ahora mis ojos para ver a Jesús. El conflicto en mi vida puede ser intenso, pero debo sobrellevarlo con paciencia, como hizo mi Señor. Ninguna prueba mía es comparable a las Suyas.
Además, oigo Su voz que me dice: “no temas ni desmayes, porque tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”