Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

Presencia y descanso.

“Mi presencia irá contigo, y te daré descanso” (Ex. 33:14).
Estaba una vez un tanto inquieto, tal vez se debiera al cansancio que tenía después de un largo viaje por carretera. Además, un poco tenso por la responsabilidad del ministerio en una conferencia. Entonces fue como si el Señor me hablase recordándome lo que había dicho a Moisés: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. La presencia del Señor, equivale a Él mismo. No es un ángel que envía para llenarnos de paz, es Él que lo hace. Primero está la promesa de Su compañía a nuestro lado: “mi presencia”. El Señor pone en fuga a los enemigos, abre el mar para que  podamos pasar sin problemas de un lado donde las pruebas y dificultades se manifiestan a otro en que está el camino que conduce a la tierra  prometida. Cuando Él manifiesta Su presencia, los enemigos huyen y las inquietudes desaparecen. Tal vez hay un tiempo en nuestra vida en que Su presencia se eclipsa por las nubes de la prueba. Es posible que nuestros ojos espirituales en medio de la tristeza y empapados en las lágrimas no distinguían que Él está ahí. Pero el Sol de justicia brilló con intensidad y pudimos volver a ver la grandeza de Su gloria. Especialmente, la cautivadora grandiosidad de Su amor. Si Él nos ama infinitamente no puede permitir algo que sea para nuestro fracaso. Podemos estar ansiosos, nuestra alma anhela aguas frescas para saciar la sed que el desierto de este mundo produce en nosotros, pero la presencia del Señor es la roca que se abre en nuestro yermo para darnos aguas y satisfacer nuestro deseo. Quiero compartir una experiencia contigo. Una mañana salí temprano, en la Escuela Bíblica de Verano a caminar por los senderos de la montaña. Estaba angustiado, como nunca antes había estado. En un lugar solitario del camino que atraviesa un bosque de robles me detuve bajo uno de ellos y llorando, sin fuerzas para seguir, dije al Señor: No puedo más, Señor, no puedo seguir así. Quiero creerte, pero ya no tengo ni fuerzas, ni fe. Y de pronto, sentí Su presencia. Fue impresionante, fue real, como si bajase a mi alma algo que nunca había sentido antes. Estuve un tiempo en silencio porque no podía decir nada. Allí percibí que todo iba a cambiar para mí. Sequé mis lágrimas, me levanté de donde estaba y regresé a la casa del campamento. Dios había estado conmigo de una forma especial. Me satisface la realidad de ese texto. Es una promesa para cada uno individualmente y para todos juntos: Mi presencia irá contigo. Pero todavía hay algo más: y te daré descanso. No solo está con nosotros, está para que descansemos en Él. Ha venido a nuestras vidas para darnos pastos delicados y hacernos beber en aguas de reposo. No habrá inquietud en la medida en que estemos siempre a la luz de Su presencia. Estoy experimentando ahora mismo descanso, paz, calma en mi entorno, y estoy seguro que tú también podrás. Nos dará descanso en el tiempo de aflicción, donde no habrá  inquietudes, ni alteraciones, ni inseguridad, sino perfecta calma y completa paz. Nos dará calma cuando los problemas produzcan agotamiento. Su presencia nos dará descanso completo y paz absoluta. Nos dará Su gracia en los días sucesivos… nos la dará siempre. Vivamos en Su presencia y tendremos la bendición de un remanso de paz. Mientras tanto, en cada momento afirmémonos con fe en Su bendita promesa: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”