Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

Protección y fortaleza.

“Hierro y bronce serán tus cerrojos y como tus días serán tus fuerzas” (Dt. 33:25).
Hay dos grandes bendiciones en el versículo, la primera tiene que ver con una puerta bien asegurada, por tanto, está relacionada con la protección. Dios quiere que nos sintamos protegidos por Él, que en nuestra vida, Él mismo provee de medios para nuestra defensa en cada situación por la que pasemos. En medio del conflicto Dios pone delante un lugar seguro; el portón se cierra firmemente y nos encontramos a salvo en el interior.  Miramos desde allí la puerta bien cerrada y sentimos calma. Los cerrojos son de metal que le dan firmeza. El hierro es sólido, el bronce además de sólido es también bello. No tendremos que temer a que alguien pueda abrir esa puerta, mientras estemos con los cerrojos asegurados. Hay muchas cosas que el enemigo quisiera introducir en nuestra vida: el desaliento que nos quita el gozo; la inquietud que nos quita la paz; la incertidumbre que anula la esperanza; el pecado que destruye el testimonio. No conseguirá su objetivo porque nuestros cerrojos son de hierro y bronce. La puerta de nuestra fe está bien asegurada, no cederá a sus embates. El hierro habla de fortaleza y el bronce de juicio. La puerta de nuestra vida está asegurada porque el juicio que el Señor llevó sobre Sí lo hace posible. No tendremos temor, sino todo lo contrario, hay protección en cualquier momento y  capacidad ante las exigencias del combate. Por tanto, sigamos intrépidamente sin temor a ningún mal, porque los dardos del enemigo chocarán contra la firmeza del cierre de nuestra fortaleza, y sus armas no podrán derribar la puerta de nuestra seguridad. La segunda bendición tiene que ver con nuestras propias fuerzas. Estas continuarán mientras duren nuestros días, y estarán proporcionadas con las demandas que el Señor tenga para nuestro servicio. No solo habrá fuerzas para servirlo, sino también para superar las dificultades. Podremos esperar pruebas, trabajo intenso que requerirá energía extra, pero lo haremos con igual confianza porque el Señor asegura que en cada día tendremos Su fortaleza. En medio del conflicto habrá provisión de calma. Cuando el temporal de la angustia llegue, tendremos provisión de paz. Si las posesiones se pierden y los recursos desaparecen, tendremos fuerzas para seguir adelante. En los momentos de las lágrimas, habrá el consuelo necesario. En la enfermedad, sentiremos la provisión de asistencia del Médico Divino. Si el camino se oscurece por las nubes de la tormenta, las fuerzas serán suficientes para encontrar el lugar de refugio necesario. Podemos depositar ahora nuestra confianza en el Señor, descansemos en Él, emprendamos con osadía el camino que tenemos por delante y veremos que la seguridad se establece como sólida puerta infranqueable por el enemigo y las fuerzas para servir nos serán dadas sin reserva. ¡Que bueno es Dios con nosotros! Le amaremos y adoraremos siempre.