Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

Según el consejo de Dios.

“Me has guiado según tu consejo” (Sal. 73:24).
¡Que aliento saber que estamos en la mano de Dios, firmemente establecidos en ella! Esa era nuestra reflexión anterior. Pero, Dios que es rico en misericordia, añade otra bendición para que seamos consolados. La vida nuestra está discurriendo conducida por Su consejo. Éste es despreciado por los impíos, pero es lo que mas debiera desear el corazón del creyente. Necesitamos un guía para transitar por el camino que no conocemos y Dios es el único, porque nos conduce en cada momento según Su consejo. El día que el Señor llevó con Él a mi esposa Esther, mis hijos me preguntaron: ¿Qué texto pondremos en los programas del servicio de la iglesia, y que vamos a grabar en su lápida en el cementerio? No dudé ni un momento: “Me has guiado según tu consejo”. Su vida fue conducida continuamente conforme al consejo de Dios y en Él descansó cuando Su consejo lo había determinado. Esas frases son ahora para mí, cada día, en cada momento, un fortísimo aliento al saber que las circunstancias más adversas se producen siempre según “su consejo”. No importa si en él se incluyen momentos de sufrimiento y turbación. Sé, con absoluta certeza, que al final todo va a redundar en bien de los que aman a Dios (Ro. 8:28). Es posible que nuestra experiencia se pueda expresar con las palabras del profeta: “me guió y me llevó en tinieblas y no en luz” (Lam. 3:2), pero aun así, cuando apenas podemos distinguir nada delante de nosotros, podemos decir: “Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar” (Dt. 1:31). Te invito a reflexionar un momento más sobre el modo de la conducción de Dios en nuestra vida: “según su consejo”. Eso es lo más admirable. El consejo eterno de Dios se manifiesta siempre rodeado de amor. La Cruz es la expresión suprema de esa realidad, en donde Su Hijo amado “fue entregado por determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hch. 2:23), para que el camino de Dios, que es Cristo, sea ahora mi seguro camino. No hay, por tanto, un tramo del sendero en donde el amor admirable de Dios no se muestre para mí. Tal vez esté sintiéndome solo y tendré la sensación de desamparo, pero, en cualquier circunstancia, Dios me mostrará Su gracia y Su misericordia. De cualquier manera, aunque despierte por la mañana sobre una almohada mojada por las lágrimas vertidas durante la noche, y la tristeza pese en el alma como una losa, debo recordar que estoy siendo conducido según Su consejo y que Dios nunca se equivoca. Si en mi soledad estoy dudando del amor de Dios, debo recordar que aun así me guía según Su consejo y que Él nunca se equivoca. Hoy tiene algo nuevo para nosotros. Tal vez tengamos que decirle ahora: Señor, he sido torpe procurando seguir mi propio consejo y desechar el tuyo; ahora ignoro el buen camino, pero te pido que me hagas sentir que Tú estás conduciendo mi vida y guiándome en este tiempo. No voy a discutir ni dudar más, porque siento que eres Tu el que me estas guiando según tu consejo.