Iglesia Cristiana Evangélica en Munro

Tomado de la mano.

“Me has tomado de la mano derecha” (Sal. 73:23).
Es sumamente interesante apreciar los muchos textos en la Biblia que se refieren a la mano de Dios. Este es uno de ellos. Además, es también uno de mis versículos favoritos. Sus palabras me han servido y sirven de aliento en muchos momentos de dificultad y tristeza. Permíteme compartirlo contigo. Hay tres cosas que Dios hace con nosotros: nos toma de la mano derecha, nos guía según Su consejo y después nos recibirá en gloria. Tomémoslas una por una, tendremos para tres ocasiones y serán de aliento en cualquier circunstancia de nuestra vida. La primera gran bendición es que estamos sujetos a la mano de Dios. Además, es la mano derecha. Es verdad que el texto dice que Él nos tomó de nuestra mano derecha, pero, cuando alguien te da la mano derecha, es que lo hace también con la misma suya. La diestra en relación con Dios es la mano del poder, la izquierda la de la sustentación. La diestra del Altísimo intervino en nuestra miseria espiritual alcanzándonos en Su gracia y salvándonos. Fue Su mano, la del Buen Pastor, la que se extendió y nos levantó del lugar de perdición donde estábamos. ¿No recuerdas acaso cuando en respuesta a tu clamor por salvación te tomó de tu miseria y te trasladó a Su reino? (Col. 1:13). En esa mano hemos sentido no sólo la seguridad de salvación, sino también la admirable dimensión de la esperanza que es Cristo mismo (Col. 2:27b). Mira ahora donde estás, descansa en confianza y escucha Sus palabras: “no perecerá jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Jn. 10:28). ¡Que impresionante bendición, el Salvador me ha tomado de Su mano! Todavía más. La vida de cada día discurre en esa posición. A la mano de Jesús se une también la del Padre: “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn. 10:29). Es la mano protectora que nos sustenta en la gracia. Entre ambas, va pasando la vida. A veces, nuestro Dios, que sabe que necesitamos pasar por una prueba para afirmar nuestra fe, abre un poco los dedos de Su mano y permite que se produzca esa experiencia. Las lágrimas salen de nuestros ojos, el dolor oprime el corazón, la tristeza satura el alma, pero, nada se derrumba porque seguimos estando en Su admirable mano, que se hace gracia, bondad y aliento. En las más adversas circunstancias está a nuestro lado. Esa es Su promesa, y Su compromiso de fidelidad: “Con él estaré yo en la angustia” (Sal. 91:15). Es posible que el día de hoy sea nublado, triste, solitario, difícil, pero el Señor nos llama a recordar donde estamos: “Me has tomado de la mano derecha”. Si hoy caen mis apoyos y me faltan las fuerzas, cuando en las noches llenas de lágrimas no encuentro salida alguna, debo recordar que Dios aún me tiene en Su mano. Si el día que está pasando sólo me trae dolor y pena, debo recordar que estoy en la mano de Dios. Descansa tus cargas ahora y confía en Él y Él hará. Dile, desde lo más profundo de tu corazón: Señor, permíteme sentir Tu mano en la mía, déjame experimentar Tu guía Tu provisión y Tu cuidado para mí, porque sólo así podré dar hoy el paso de fe que necesito para seguir adelante. Siente que Dios te ha tomado de la mano derecha.